Más de un siglo ha pasado desde que se inventara el automóvil y también desde que en 1913 Henry Ford revolucionara el mundo con su sistema de producción mediante esa primitiva cadena de ensamblaje de coches que ha evolucionado hasta las que hoy que pueden entregar un automóvil perfectamente terminado cada minuto.
Lamentablemente cada causa tiene su efecto y eso nos ha llevado a la extrema saturación del tráfico que vivimos ahora, agravada por la cada vez más preocupante contaminación.
Las medidas que las sociedades modernas van tomando, son dispares, pero todas buscan el mismo objetivo: disminuir y limitar el daño que el transporte privado está causando a nuestro entorno y a nuestra calidad de vida. Inicialmente de tomaron medidas como incentivar el transporte público desde las afueras hacia el centro de la ciudad.
París creo un óptimo sistema mediante “capas” de transporte público que cruzan la ciudad en distintos niveles de profundidad, a distinta velocidad y que conectan entre sí solo en algunas estaciones.
Sao Paulo utiliza el sistema que ellos llaman “rodizio” (rotación) que impide la circulación durante un día a la semana a los coches según la última cifra de su matrícula. Nueva York usa una solución basada en el coste, que impone mediante prohibitivos peajes que hacen inviable a un trabajador entrar a la ciudad en su automóvil. Madrid ha optado por la simple y drástica prohibición absoluta de circulación en ciertas áreas de la ciudad.
Uno de los graves problemas aún por resolver es el de los sistemas de reparto y logística, que por otra parte tienden a crecer en volumen y complejidad, y que produce un alto grado de problemas por saturación de las calles debido a las frecuentes paradas y a contaminan en demasía por usar actualmente de manera generalizada el gasóleo como carburante.
Sin duda veremos en un futuro próximo una serie de nuevas formas de distribución que modificarán drásticamente los sistemas utilizados hoy. He aquí algunas de ellas:
Para enfrentar tales escenarios el uso de la tecnología juega un papel preponderante. Toda empresa tiene una capacidad inversora determinada y la clave está en el fin que se persigue con esas inversiones. Sin lugar a duda las necesidades inmediatas del negocio deben tener prioridad, pero lo que determinará el futuro de la empresa es no la cantidad sino la calidad de esas inversiones. Se debe invertir pensando en el futuro y preparando a la empresa para los días por venir, capacitándola para responder a los nuevos retos que tendrá que afrontar.
En ese escenario es donde la tecnología, y sobre todo la informática con códigos de barras, tablets, sensores de todo tipo, documentos eficientes, etc., juegan un papel crucial. El ahorrar utilizando soluciones aparentemente baratas, a veces hechas en casa por aficionados, es abrir una importante puerta al fracaso porque en un corto plazo nos estaremos lamento del tiempo y los recursos perdidos, al ver que nuestra empresa no está preparada para los retos que debe afrontar.
Nuestra empresa es nuestro tesoro y no deberíamos ponerlo en manos inexpertas. Una tecnología deficiente nos penalizará en todos los aspectos (operaciones, satisfacción de clientes, rentabilidad, etc.) y por lo tanto se debe prestar la máxima atención para evitar dolorosos conflictos que aparecerán si no tomamos las decisiones correctas.
J.C. Olivares
CEO at DocPath Corp.